Uruguay decide si devuelve el poder a la izquierda o renueva la confianza al social-liberalismo

Se enfrentan Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio (izquierda), que ganó con el 46,22% la primera vuelta, y Álvaro Delgado. Ambos llegan casi empatados, con una leve ventaja del primero. Leer Se enfrentan Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio (izquierda), que ganó con el 46,22% la primera vuelta, y Álvaro Delgado. Ambos llegan casi empatados, con una leve ventaja del primero. Leer  

Uruguay decide este domingo si mantiene el gobierno social-liberal de los últimos cinco años o vuelve a darle el poder a la izquierda, que dirigió el país por tres períodos consecutivos entre 2005 y 2020. Tras una primera vuelta el 27 de octubre en la que Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio (izquierda) ganó con el 46,22%, la coalición de fuerzas políticas en torno al Partido Nacional (centro derecha) cerró fuerzas con Álvaro Delgado, que fue votado por el 28,15% de los electores.

Sin embargo, Delgado celebró: la suma de sus votos y de los otros cuatro partidos que sostienen al Gobierno de Luis Lacalle Pou alcanzó el 49,39% de los votos, muy cerca del 50% necesario para ganar. Cinco años atrás, Lacalle Pou gano la presidencia a Daniel Martínez por apenas 34.000 votos, 48,71% a 47,51. El resultado definitivo no se conoció el domingo, sino el miércoles.

Orsi fue intendente del departamento de Canelones, responsabilidad a la que renunció para buscar la presidencia que ya lograron por el Frente Amplio el fallecido Tabaré Vázquez (en dos ocasiones, 2005-2010 y 2015-2020) y José Mujica (2010-2015), que al borde de los 90 años y convaleciente de un cáncer apoyó a Orsi en algunos actos de campaña en la recta final.

Delgado fue hasta hace poco secretario general de la presidencia de Uruguay y es un hombre de confianza de Lacalle Pou. Aseguró que si gana su primera decisión será convocar a Orsi.

Según las encuestas, cinco años después la elección puede ser anunciada más ajustada: ambos candidatos llegan casi empatados a la segunda vuelta, con una leve ventaja de Orsi. Mariana Pomiés, directora de Cifra, una de las encuestadoras más prestigiosas del país, cree que cualquiera de los dos candidatos puede ganar.

«Está muy parejo», dijo Pomies en una entrevista con El Observador en la que analizó el estado de ánimo del Uruguay, unos de los países más pequeños de Sudamérica, con apenas 3,4 millones de habitantes, y conocido por su estabilidad política y su aversión a los extremos ideológicos y la polarización extrema.

Pomies cree que hay que prestarle atención al voto de lo que denomina «los perdedores»: «Los grupos en las sociedades en el mundo, no era sólo Uruguay, que están sintiéndose maltratados y perdiendo. Entre ellos están los hombres en general que sienten que el feminismo los aplastó, los puso en el lugar de los malos de la película. Y los hombres jóvenes peor todavía«.

Es una incógnita adonde recalarán los votos de Identidad Soberana, que obtuvo el 2,83% de los votos en la primera vuelta. Su candidato, Gustavo Sale, podría ser definido como un Javier Milei de izquierdas: antiglobalista y adicto a las teorías conspirativas.

Lacalle Pou llega al final de su mandato con un muy buen índice de aprobación, en torno al 50% de los votos. Los analistas señalan que de haber sido él el candidato, la elección estaría ya ganada por la coalición actualmente en el gobierno, pero la Constitución uruguaya no permite la reelección inmediata. Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Lacalle Herrera (1990-1995), deberá esperar a 2029 si quiere volver a postularse.

El actual presidente se ganó el respeto de muchos uruguayos por la forma en que manejó la pandemia del Covid-19 en 2020, cuando apeló al concepto de la «libertad responsable» y evitó encerrar a sus compatriotas y frenar la actividad económica.

Otro factor de interés para los analistas es la influencia que puede llegar a tener Milei en las elecciones. Uruguay funciona a veces como una platea de un cómodo cine. ¿La película? Argentina, una historia por momentos inverosímil al otro lado del Río de la Plata, pero que tiene un fuerte impacto social en Uruguay, un país que consume mucha televisión y medios de comunicación argentinos.

Por otra parte Milei, que tuvo gestos importantes hacia el Gobierno de Lacalle Pou, atrae a algunos sectores del Uruguay, pero genera rechazo en otros.

Argentina, así, juega un rol en las elecciones, que se complementa con el «voto Buquebús»: los uruguayos residentes en Argentina que se toman el ferry de la empresa Buquebus para votar. Ese grupo, heterogéneo, solía tener simpatías algo más escoradas a la izquierda, aunque en los últimos años eso comenzó a cambiar.

Tan potente es la influencia argentina en Uruguay, que en la noche del 27 de octubre, cuando Delgado y los demás candidatos del gobierno celebraron su resultado, el encargado de la música r del acto popular eligió un tema del grupo argentino Tan biónica. Al alzar los brazos, mientras sonriente escuchaba los gritos de «¡presidente, presidente!», en la noche de Montevideo sonaba un pegadizo estribillo: «¡Qué noche mágica, ciudad de Buenos Aires!».

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